domingo, 30 de septiembre de 2018

MALA MADRE




De lo más grande a lo más pequeño todo se rige por las mismas normas.
Un agujero negro es una región finita del espacio con tal fuerza y densidad en la concentración de su masa que es capaz de generar un campo gravitatorio tan potente que ninguna partícula material, ni tan siquiera la luz, puede escapar de el. Es tal la gravedad de los agujeros negros que son capaces de producir una singularidad llamada horizonte de sucesos. El horizonte de sucesos separa al agujero negro, y lo que hay atrapado en su interior, del resto del universo. Los fotones, partículas incapaces de escapar y brillar fuera de su prisión, si pueden ver todo lo que sucede más allá del agujero, pero manteniéndose invisibles al resto del universo.
Ahora mira bien esta puerta. Por aquí voy a salir para comenzar a vivir como persona, y no como mera espectadora de un horizonte de sucesos; no volverás a verme. Yo soy la luz, y tú y todo lo que te rodea un agujero negro, mamá.

domingo, 23 de septiembre de 2018

SOBRE LA ARENA




Me empujan para salir, aunque yo no quiero. Al otro lado del gran portón de madera oigo los gritos del gentío y música lejana, pero no soy capaz de distinguir nada, no diviso más que borrones en una gama cromática que se mueve entre el azul y el verde. De pronto parece que algo se mueve, o no, no veo bien.
Avanzo sobre la arena a sabiendas que no puedo aventurarme más que hacia mi fin, y así debe ser. Si opongo resistencia, demasiada resistencia, y acabo con mi verdugo ellos matarán a mi madre y a mis hijos; toda mi estirpe desaparecerá. Ahora sí, algo se mueve, y me lanzo a atacar decidido. Soy fuerte y encajo bien los golpes, a pesar de las heridas me mantengo en pie. No debo matar, pero tampoco quiero morir. Los minutos son horas interminables. Oigo murmullos que se transforman en gritos, y aunque intento entender que pasa no puedo, no veo. Pese a mi aspecto de ogro me encuentro tan limitado visualmente frente a mis adversarios. Retinas dicrómicas, un área visual poco desarrollada con dificultades para detectar el mundo que me rodea y el movimiento. Y entonces, tras tres toques, todo se para. La sangre me chorrea por la cara y se me mete en los ojos cuando por fin comprendo que van a perdonarme la vida, voy a ser indultado.
Vuelvo a cruzar el portón para curarme las heridas que me han hecho. Hoy nadie comerá mi rabo de toro guisado, de ahora en adelante me espera la buena vida del semental. Un extraordinario final feliz sobre la arena del ruedo.

lunes, 17 de septiembre de 2018

NADA MÁS AMADO




Lucía siempre ha sido y será una gran dama del teatro, su nombre está grabado con letras de oro en la historia de Estudio 1. Toda una vida entre bambalinas, tramoyas, apliques, bastidores y candilejas de distintos escenarios. Había interpretado tantos personajes a lo largo de su vida que a veces dudaba de quien era ella misma.
Se hacía mayor, y lo notaba en que ya no llevaba tan bien como antes la doble función. Se sentía cansada, en crisis consigo misma. El gran amor de su vida había sido la interpretación, pero era tremendamente absorbente y exigente. Si pudiera volver el tiempo atrás no estaba segura de si elegiría el mismo modo de vida. El día de la tormenta que le devolvió la calma los aplausos al final de la función no la hicieron sentir nada nuevo, lo único que podían ver sus ojos en aquel momento eran las moscas revoleteando por todas partes; aquel teatro parecía un estercolero. Al salir a la calle las luces de los flashes le resultaron más molestas de lo normal. Después todo se fue haciendo sombrío y finalmente cayó el telón.
Cuando volvió a abrir los ojos renovados en el Hospital tras recolocar ambas retinas en su sitio después del desprendimiento lo primero que pensó fue en las ganas que tenía de volver al teatro. Se sorprendió, pero es que ya lo dijo Serrat: “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí”

domingo, 9 de septiembre de 2018

FARIÑA




“O que teño que facer para non ter que ir ao mar”, se repetía cada mañana al despertar. Desde que escuchó por primera vez la letra de la canción de aquella narcoserie de televisión, basada en un libro secuestrado por la justicia, no podía quitársela de la cabeza. Su bisabuelo fue marino y se lo llevó la mar, a su abuelo igual y su padre, aunque seguía con ellos, toda la vida llevaba dejando con el corazón en un puño a su madre cada vez que salía a navegar. Él desde niño supo que no quería aquella vida para si, haría cualquier cosa por no tener que ir al mar. Y lo había conseguido.
No le faltaba el trabajo, no había nadie mejor en lo suyo en toda la zona de las Rías Baixas a Costa da Monte; aquel era su territorio. Todos le llamaban con el mismo problema, y es que si no se corta bien todo se va a la basura y son pérdidas.  Algunos llamaban a aquellas zonas de trabajo laboratorio, otros taller, pero poco importaba eso, muchas veces el mayor problema era llegar. Las sinuosas carreteras gallegas son infernales, menos mal que su todoterreno no le fallaba nunca. Recordó aquel día que tuvo que volver a casa de noche y estuvo a punto de despeñarse porque casi se queda dormido. Le habían llamado desesperados, tenían que entregar un encargo para el día siguiente y era imposible, el dinero no podían devolverlo porque ya lo habían invertido pero no podían cortar, y allí estaban con la mercancía en bruto. Aquel día salió cubierto de polvo blanco hasta las orejas, parecía un panadero. Se tocó la nariz con las manos manchadas y al verse en un espejo se dio cuenta que tenía aspecto de farlopero. Pero justó después los engranajes volvieron a girar, se oyó el agua correr, y las muelas cortaron y tallaron aquella pareja de progresivos de última generación para  que pudieron ser entregados a tiempo.
Era el mejor técnico en reparación de biseladoras  y nunca le faltaba el trabajo.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

HARA



Toda la policía estaba volcada en la búsqueda del grafitero conocido como Hara. Los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia y buscaron colaboración ciudadana, pero nunca se consiguió nada. Se esfumó con el mismo sigilo con el que pintaba.
Su primera obra resultó muy curiosa cuando apareció en una de las cuatro paredes de aquella manzana de barrio. Bajo una composición de puntos rojizos, aparentemente inconexos, podía la mayoría de la gente leer la palabra UN, compuesta por puntos de distintas tonalidades verdes. Se veía una clara inspiración en su obra de Ishihara, el método para detectar y clasificar las alteraciones para percibir los colores. El segundo graffiti fue más grande y escondía en su entramado de puntos rojos y amarillos la palabra MONSTRUO, en tonalidades verdosas. El tercero guardaba la palabra YACERÁ. Llegados aquí alguien encontró algo inquietante en la obra del artista urbano; pero lo peor vino con el cuarto. En aquel podía distinguirse entre los puntos AQUÍ, y a sus pies hallaron muerto al profesor. Él era residente en una de las viviendas de aquella manzana de casas. El por qué de su muerte lo imaginaron los encargados de la investigación al revisar el disco duro de su ordenador, pero ni idea de quien podría estar detrás del nombre de Hara.
Isabel no volvió a pintar y nadie sospechó de ella, como tampoco lo hizo el profesor al verla. Él no había envejecido lo suficiente para cambiar, pero ella si había crecido tanto como para que él no la reconociera. Ahora tal vez podría olvidarse de todo y olvidarse definitivamente de él, empezando por aquella curiosidad que le contó para ganarse su confianza sobre su problema de daltonismo. 

LA HIJA DEL FARERO

He oído decir que la séptima hermana de una familia siempre es bruja, y empiezo a pensar que debe haber algo de cierto en esa afirma...