lunes, 17 de septiembre de 2018

NADA MÁS AMADO




Lucía siempre ha sido y será una gran dama del teatro, su nombre está grabado con letras de oro en la historia de Estudio 1. Toda una vida entre bambalinas, tramoyas, apliques, bastidores y candilejas de distintos escenarios. Había interpretado tantos personajes a lo largo de su vida que a veces dudaba de quien era ella misma.
Se hacía mayor, y lo notaba en que ya no llevaba tan bien como antes la doble función. Se sentía cansada, en crisis consigo misma. El gran amor de su vida había sido la interpretación, pero era tremendamente absorbente y exigente. Si pudiera volver el tiempo atrás no estaba segura de si elegiría el mismo modo de vida. El día de la tormenta que le devolvió la calma los aplausos al final de la función no la hicieron sentir nada nuevo, lo único que podían ver sus ojos en aquel momento eran las moscas revoleteando por todas partes; aquel teatro parecía un estercolero. Al salir a la calle las luces de los flashes le resultaron más molestas de lo normal. Después todo se fue haciendo sombrío y finalmente cayó el telón.
Cuando volvió a abrir los ojos renovados en el Hospital tras recolocar ambas retinas en su sitio después del desprendimiento lo primero que pensó fue en las ganas que tenía de volver al teatro. Se sorprendió, pero es que ya lo dijo Serrat: “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí”

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