sábado, 28 de julio de 2018

LUNA ROJA



Recordáis al padre de Tula en "Mi gran boda griega" empeñado en buscar el origen griego a cualquier palabra, aunque a nadie le interesara; pues el óptico del pueblo al que me acababa de trasladar a su manera era igual. No aguantaba su constante verborrea cada vez que me pillaba por banda. Insistía en darme explicaciones desde un punto de vista óptico de cualquier fenómeno, aunque yo nunca le preguntaba nada. Además, no viene al caso, pero estaba en un momento en mi vida en el que lo que más valoraba era que respetaran mis silencios y mi necesidad de solidad, pero parecía que él era el único en no darse cuenta.
La pasada noche del viernes salí de casa con intención de disfrutar en soledad del espectáculo del eclipse lunar sobre el mar. Quiso la mala fortuna que me tropezara con mi amigo que, sin ser invitado, se ofreció a acompañarme. De camino a los acantilados empezó a hablarme como si yo no supiera lo que íbamos a ver. Que si al interponerse la Tierra ente el Sol y la Luna su sombra ocultaría completamente la luz que le llega del astro rey. Que sin embargo aun así la veríamos de un curioso color rojizo debido a la refracción de la luz solar en las partículas de polvo de la atmósfera. Que estás disipan los colores de menor longitud de onda pero dejan pasar lo de longitud larga, como los rojizos y los anaranjados. Me explicó que de ahí su nombre de luna roja o luna de sangre. Mientras yo pensaba que si el mismo esfuerzo que empleaba en demostrar lo listo que era lo hubiera usado en interesarse realmente un poquito en mi se habría dado cuenta de que mi cara llevaba años compartiendo espacio con la suya en la misma orla.
Tan entregado iba en deslumbrar con sus explicaciones que al final dio un peligroso mal paso, que vino seguido de un grito prolongado, y finalmente silencio. No llamé inmediatamente al 112 porque preferí disfrutar unos minutos en paz del momento.


domingo, 22 de julio de 2018

CARROÑERO DE AMOR


            

No era un hombre particularmente guapo, ni alto, ni tan siquiera atractivo, pero nunca le faltaban mujeres que llevar a su cama porque sabía perfectamente donde buscar.
Tras su aspecto inofensivo de amigo dispuesto siempre a ofrecer unos oídos para escuchar y un hombro para llorar había un interés, era un carroñero del amor. Su última conquista fue la dueña de la óptica donde compraba sus gafas y lentillas. La pilló, como hacía siempre, en horas bajas emocionalmente hablando. Ella y su marido habían sufrido la mayor de las perdidas y mientras él se refugiaba en su trabajo para mitigar su dolor ella precisaba de alguien con quien compartirlo, y se sentía abandonada. En un momento de extrema debilidad cayó en sus redes. A la mañana siguiente no quiso volver a verle, pero él a ella tampoco y por eso recurrió a la cirugía refractiva.
No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de que su operación no había salido bien, notaba algunas de las complicaciones descritas en el consentimiento informado que firmó. Podía soportar la sequedad ocular, los halos en la luces, incluso los problemas en la visión nocturna, pero el dolor… ¡Ay, el dolor!
Finalmente consiguió que el cirujano que le había operado lo recibiera en su despacho. Entró hecho una furia hasta que vio la foto que tenía sobre su mesa de su esposa y comprobó que era su optometrista. Solo una pregunta ocupó entonces su mente: cuanto podía haber de infortunio, cuanto de karma y cuanto de venganza.

lunes, 16 de julio de 2018

RESIDUOS DE AMOR




No cumpliste tú palabra, con ninguna de ellas. Me dijiste que me querías más que a nada en este mundo y que nunca me dejarías sola, pero ya no estás. Que nunca te soltarías de mi mano, pero ahora sé que puedo buscarte cuanto quiera que no te voy a encontrar. Me prometiste no dejar de luchar por estar juntos, que no me libraría fácilmente de ti, pero has desaparecido igual. Me aseguraste que nunca dejaría de verte y... eso si que lo has respetado. Haga lo que haga siempre que cierro los ojos te veo, la imagen residual de tu cara persiste en mi retina grabada a fuego por mas que hayan pasado los días, las semanas, o los meses.
Cada año que pasa para mí no es más que un año menos para volver a verte.

domingo, 8 de julio de 2018

DE TIRANOS Y MIOPES




La primera vez que fantaseé con ser el Nerón de Quo Vadis estaba buscando mis gafas de corto de vista sobre el asfalto. Mirando a través de una esmeralda hubiera contado con algo más de dignidad desde aquella posición tirado en el suelo, de cualquier manera la imagen la veía en color verde: verde envidia.
Con todo lo grande que es la ciudad tuvo que tirarme de la moto el imbécil con su coche, y eso no era lo peor, lo peor fue que del asiento del copiloto bajó ella como acompañante. No usaría gafas como yo pero era igual de miope, una miope emocional de manual. Amaba a alguien incapaz de corresponderla en la misma medida y que no estaba dispuesto a ofrecerla nada de todo aquello que deseaba para ser feliz y a mí, que haría todo eso gustoso solo por verla sonreír, ni me veía. Tirado y hundido como estaba sobre el asfalto decidí que merecían un escarmiento
Cierto es que me llevaron a urgencias y cuidaron de mi, no se portaron mal, pero durante todo ese tiempo que estuve convaleciente yo seguí viéndome como Peter Ustinov haciendo de Nerón urdiendo una venganza. Finalmente llegó el día, y mientras tocaba una lira invisible a una distancia prudencial, no dejé de observar como el fuego hería de muerte a aquella pareja. Él lloró por su coche lo que nunca lloraría por ella, y ella por fin lo vio… me sentí todopoderoso tras quemarle el coche.

lunes, 2 de julio de 2018

KARMA

  Un día cualquiera puede tornarse en la noche más oscura del alma por una simple llamada telefónica. Así se enteró que su madre, que había bajado a por el pan, nunca más volvería a casa. Un conductor borracho se saltó un semáforo en rojo llevándose su vida por delante, y de paso rompió en mil pedazos su corazón. En el tanatorio, con la madre de cuerpo presente, el pecho le dolía tanto y le oprimía de tal manera que le costaba respirar. Ni el lexatin, el alprazolam o el diazepam eran capaces de calmar  aquel inmenso dolor.
  Ela cruzó la sala del tanatorio para darla el pésame fiel a su estilo y llamando la atención de todo el mundo. Tenía también los ojos rojos y sin decirse nada se fundieron en un abrazo. Ella se lamentaba a Ela de todo lo que les había quedado por hacer, de todo lo que no le había dicho pensando que tenían tiempo; le dijo que tendría que cancelar el viaje que le había organizado por sorpresa por ese cumpleaños que ya nunca celebrarían. Y entonces, una vez más, Ela hizo algo que la hizo dudar de si era profundamente estúpida o la mayor hija de puta de la tierra. Ela comenzó a enseñarla fotos en el móvil del pasado fin de semana de escapada por Madrid con su propia madre. Si el objetivo era que en uno de los peores momentos de su vida se sintiera aun más miserable sin duda la acción había sido un éxito. Desolada como estaba fui incapaz de articular palabra, y mucho menos preguntarla por qué el reflejo del flash en sus ojos se veía blanco en lugar de rojo.
Ela siempre necesitaba sentirse especial, sentirse protagonista, así que cuando tan solo un año después ocupó aquella misma sala siendo ella el foco de todas las atenciones a causa de un agresivo y extraño caso de retinoblastoma bilateral en adultos la desolada hija, ya más entera, se preguntó que lugar ocupaba el karma en todo aquello.

LA HIJA DEL FARERO

He oído decir que la séptima hermana de una familia siempre es bruja, y empiezo a pensar que debe haber algo de cierto en esa afirma...