Soy joven,
guapo, simpático y atractivo, tengo novia formal desde hace años, y estoy a una
víctima de que se me pueda catalogar como serial
killer.
La primera la
encontraron tras el mostrador donde me mostró camisas, a la segunda no debieron
dejarla sola en la ferretería, y a la tercera la estoy siguiendo ahora mismo
porque en su comercio había cámaras.
Ella es como
un ratoncillo, menuda y nerviosa; un cacho de carne con ojillos pequeños tras
unas gruesas gafas de pasta. La acorralo en el portal nada más entrar y al
darse cuenta hace justo lo que no espero… Apaga la luz.
Soy menuda,
simpática e inquieta, y estoy muy bien considerada en mi trabajo. Lo que más me
gusta en gabinete es interpretar las imágenes de mi retinógrafo. El último paciente
del día que vino a revisión parece que no trae buenas intenciones; me está
siguiendo. Lo llevó al portal más oscuro que conozco y apago la luz para
dejarlo completamente ciego. Su retinosis pigmentaria va a convertir a mi
cuarta víctima en la más fácil de todas.
Soy
óptico-optometrista, y soy serial killer.