sábado, 28 de abril de 2018

UNA HISTORIA DE VILLANOS


  

Soy joven, guapo, simpático y atractivo, tengo novia formal desde hace años, y estoy a una víctima de que se me pueda catalogar como serial killer.
La primera la encontraron tras el mostrador donde me mostró camisas, a la segunda no debieron dejarla sola en la ferretería, y a la tercera la estoy siguiendo ahora mismo porque en su comercio había cámaras.
Ella es como un ratoncillo, menuda y nerviosa; un cacho de carne con ojillos pequeños tras unas gruesas gafas de pasta. La acorralo en el portal nada más entrar y al darse cuenta hace justo lo que no espero… Apaga la luz.

Soy menuda, simpática e inquieta, y estoy muy bien considerada en mi trabajo. Lo que más me gusta en gabinete es interpretar las imágenes de mi retinógrafo. El último paciente del día que vino a revisión parece que no trae buenas intenciones; me está siguiendo. Lo llevó al portal más oscuro que conozco y apago la luz para dejarlo completamente ciego. Su retinosis pigmentaria va a convertir a mi cuarta víctima en la más fácil de todas.
Soy óptico-optometrista, y soy serial killer.

domingo, 22 de abril de 2018

GAFAS CON NOMBRE PROPIO




Sí hubiera que emplear un único adjetivo para definir a mi abuelo este sería fiel. El abuelo inspiraba una confianza inquebrantable en todo aquel que lo conocía, y es que hasta el último de sus días fue un hombre fiel a su familia, a su esposa, a sus amigos, a sus principios… y también a Ray Ban.
El los cuarenta se compró su primera gafa de sol, unas Aviator. En los cincuenta la cambió por una Wayfarer de pasta negra. En la década de los sesenta volvió al metal con unas Caravan. En los setenta se aficionó a las películas de ‘Harry el sucio’ y sucumbió a la Balorama. Esta no fue relevada hasta mediados de los ochenta por la Clubmaster. Y en los noventa me llevó a ver ‘Men in black’, y poco después apareció por casa con unas Predator. Sus últimas gafas fueron una versión renovada de un clásico ya por entonces, pero aquellas New Wayfarer nunca llegaron a convencerle del todo. Poco después nos dejó para siempre.
Ahora el abuelo ya no está, pero no del todo. De él he heredado sus ojos azules, la fotofobia, el valor de la fidelidad, y su icónica colección de gafas que hacen que lo tenga presente todos los días.

lunes, 16 de abril de 2018

ESTO ES HALLOWEEN


  

  Era 31 de Octubre, ya había oscurecido, y Oti se preparaba para cerrar. Hacía poco más de un año que había iniciado su andadura empresarial en la óptica y por primera vez sentía esa angustia en el corazón que solo los autónomos conocen. Octubre había sido desastroso. En estos pensamientos estaba cuando el sonido de la puerta al abrirse la devolvió a la realidad.
– ¿Tiene lentillas de colores? – preguntaron unos estremecedores ojos de iris rojos naturales – Marrones a ser posible.
Oti empezó a rastrear en el disco duro de su memoria, dentro de la carpeta de patología ocular, hasta dar con las palabras albinismo oculocutáneo.
– Sí tengo. – dijo al mismo tiempo que pensaba que por fin iba a tener una imagen que presentar a la Gaceta Óptica – ¿Me permite hacerle una foto a sus ojos?... son extraordinarios.
 Gracias, por supuesto. Pero primero cóbreme las cajas, por si acaso.
Pasaron al gabinete. Ya sentado frente a la lámpara de hendidura Oti ajustó el ocular, enfocó la imagen y disparó la cámara. En el monitor no se registró ninguna imagen. Repitió la operación y otra vez falló. Entonces se giró para comprobar la conexión de los cables y en el espejo a su espalda tan solo vio su reflejo.
– Ve como era mejor que me cobrará antes. – le dijo burlón.
Se volvió de nuevo hacía él. Ojiplática y muda lo vio  levantarse, despedirse y salir.
¿Alucinación o cosas de la noche de brujas?… mejor ahorrarse la anécdota.

sábado, 7 de abril de 2018

LA TRANSMUTADORA



Andregoto no quería abrir la puerta de su casa a los familiares de la Santa Inquisición, sabía que con ellos no llegaba nada bueno. Alguno de sus vecinos de la judería logroñesa la había denunciado y podía imaginarse el delito. En aquel convulso año de 1610 los rumores en torno a ciertas personas, como el que existía sobre ella, no podían más que acarrear graves problemas.

Cuando Don Alonso de Salazar y Frías leyó las acusaciones contra Andregoto quiso que trajeran a la prisionera a su presencia. La mujer, de avanzada edad ya, había confesado tras ser sometida a la toca su delito; pero quien no confesaría con un paño metido hasta la garganta completamente embebido de agua. Si tal y como decían los escritos aquella señora, mediante la brujería, era capaz de tales prodigios como transformar los objetos en oro; ¿Por qué no desapareció de Logroño con la fortuna amasada?

La rea se presento ante él desaliñada, cabizbaja y agotada. Pero al levantar la mirada la principal prueba en su contra fue claramente visible. Cuando la luz se reflejo es sus corneas y estas brillaron como el oro el buen inquisidor sintió un estremecimiento… ¿Y si fuera verdad? Solo la ciencia puede empequeñecer la superstición, ya que el desarrollo de una es inversamente proporcional a la disminución de la otra, y en aquel momento a Don Alonso le hubiera encantado escuchar una explicación lógica a por qué dentro de los ojos de aquella mujer flotaba polvo de oro. Él nunca antes había visto cristales de colesterol flotando en los humores, nunca había oído hablar de la sinquisis centelleante.

LA HIJA DEL FARERO

He oído decir que la séptima hermana de una familia siempre es bruja, y empiezo a pensar que debe haber algo de cierto en esa afirma...