sábado, 28 de abril de 2018

UNA HISTORIA DE VILLANOS


  

Soy joven, guapo, simpático y atractivo, tengo novia formal desde hace años, y estoy a una víctima de que se me pueda catalogar como serial killer.
La primera la encontraron tras el mostrador donde me mostró camisas, a la segunda no debieron dejarla sola en la ferretería, y a la tercera la estoy siguiendo ahora mismo porque en su comercio había cámaras.
Ella es como un ratoncillo, menuda y nerviosa; un cacho de carne con ojillos pequeños tras unas gruesas gafas de pasta. La acorralo en el portal nada más entrar y al darse cuenta hace justo lo que no espero… Apaga la luz.

Soy menuda, simpática e inquieta, y estoy muy bien considerada en mi trabajo. Lo que más me gusta en gabinete es interpretar las imágenes de mi retinógrafo. El último paciente del día que vino a revisión parece que no trae buenas intenciones; me está siguiendo. Lo llevó al portal más oscuro que conozco y apago la luz para dejarlo completamente ciego. Su retinosis pigmentaria va a convertir a mi cuarta víctima en la más fácil de todas.
Soy óptico-optometrista, y soy serial killer.

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