Sí hubiera
que emplear un único adjetivo para definir a mi abuelo este sería fiel. El abuelo inspiraba una confianza
inquebrantable en todo aquel que lo conocía, y es que hasta el último de sus
días fue un hombre fiel a su familia, a su esposa, a sus amigos, a sus
principios… y también a Ray Ban.
El los
cuarenta se compró su primera gafa de sol, unas Aviator. En los cincuenta la
cambió por una Wayfarer de pasta negra. En la década de los sesenta volvió al
metal con unas Caravan. En los setenta se aficionó a las películas de ‘Harry el
sucio’ y sucumbió a la Balorama. Esta no fue relevada hasta mediados de los
ochenta por la Clubmaster. Y en los noventa me llevó a ver ‘Men in black’, y
poco después apareció por casa con unas Predator. Sus últimas gafas fueron una
versión renovada de un clásico ya por entonces, pero aquellas New Wayfarer
nunca llegaron a convencerle del todo. Poco después nos dejó para siempre.
Ahora el abuelo
ya no está, pero no del todo. De él he heredado sus ojos azules, la fotofobia,
el valor de la fidelidad, y su icónica colección de gafas que hacen que lo
tenga presente todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario