La primera vez siempre esta llena de
expectación y miedo, una mezcla del deseo por probar algo nuevo y el temor a
hacerlo mal. Además está la gran pregunta: ¿Dolerá? Ahora que ya todo había
pasado no podía describir aquello más que con buenas palabras, sus manos
expertas no la decepcionaron, e incluso superaron las expectativas. Tras superar la vergüenza de reconocerle que
para ella todo aquello era nuevo, que nunca antes lo había hecho porque no
estaba segura ni convencida, y que era más que consciente que por ese motivo entre
sus amigas de la Universidad era la rarita, debía reconocer que todo fue como
la seda. El guapo óptico recién graduado, y locamente enamorado a primera vista
de aquella chica, le enseñó a ver el mundo con ojos nuevos de la mejor manera
que supo. Antes de empezar le repitió que, para que todo saliera bien y fuera
fácil y placentero, era fundamental que ella deseara realmente hacerlo. No hubo
dudas, la enamorada respondió con un categórico: “Sí”
Y así, con estas mismas palabras que sirven
para explicar como fue su primer encuentro bajo las sábanas, podríamos describir
también el día que se conocieron y surgió el flechazo; cuando él le adaptó por
primera vez unas lentes de contacto.
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