Bajo el árbol de Navidad, junto al Belén, y
sobre cada uno de los lustrosos zapatos allí depositados esperando a los Reyes
Magos ella dejó varios paquetes iguales. Desde el día de la lotería tuvo claro
que todos los regalos los compraría en la óptica junto a la administración que,
quiso la fortuna, se convertiría en mecenas de sus sueños. Un par de gafas de
sol para cada uno de ellos sería el regalo estrella aquellas Navidades. Por
contra la “madre de”, “hija de” y “esposa de” una año más, por supuesto, comprobó que en aquel lugar para ella no había presente alguno; ninguno se había
molestado. Por eso, al llegar la noche, tras ejercer de paje real, en lugar de
dejar sus zapatos junto a los demás se los calzó para salir y no volver.
Por la mañana, después de probarse cada uno
de ellos su regalo, y al darse cuenta todos que el desayuno tardaba en llegar,
fueron a buscarla a la cocina; pero en el lugar donde era habitual encontrar su
presencia solo había dejado una nota. Atrapado contra la puerta del frigorífico
por un imán de nevera rezaba en un papel escrito de su puño y letra:
“Me marcho para brillar, os dejo las gafas de
sol no os vaya a deslumbrar”
Y así, tras años viviendo bajó distintas sombras, Reyes se
sintió libre para ser quien era de verdad.
Se esconde mucha verdad en tu relato. ¡Cuántas madres se preocupan cada año por esas fechas de comprar regalos a todos y nadie se acuerda de ellas? Confío en que Reyes consiguiera brillar con luz propia como nunca antes. ¡Enhorabuena! ¡Feliz 2019!
ResponderEliminarGracias Rebeca por tu comentario, y a ti también ¡Feliz 2019!
ResponderEliminarMe ha encantado esta historia....
ResponderEliminarMuchísima gente está en esa misma situación... Es triste, pero es cierto. Saludos y hasta pronto.
Muchas gracias Laura. :-)
ResponderEliminar