martes, 11 de diciembre de 2018

LORD SITH





Ninguno de los que asistimos a aquella cena de reencuentro de compañeros de la Universidad recordábamos su nombre real, llevábamos tantos años refiriéndonos  a él como Darth Vader que el único nombre que nos venía a la cabeza era el de Anakin Skywalker. El apodo se lo ganó a pulso por culpa del peculiar diseño del casco de su moto, que aparcaba frente a la misma puerta de la Escuela, y su dependencia de los respiradores de ventolín.
Cuando empezamos era el mayor de la clase. Al principio todos lo tomamos por un torpe repetidor, pero pronto sus notas en los exámenes nos dejaron claro que iba a ser el mejor de la promoción. El futuro en el horizonte tras acabar para la mayoría no era suficiente para él; quería más. Nos dijo que no tenía la más mínima intención de acabar siendo un  pringado con horario comercial de lunes a sábado y nos echamos a reír, pero hablaba en serio. Allí estaba, veinticinco años después, presumiendo de su trabajo en una clínica con horario de mañana y de lunes a viernes, con todos los puentes y domingos libres. Cuando le preguntamos como lo había hecho nos respondió que lo mejor está en el reverso tenebroso de la fuerza, palabras textuales. Quedamos un poco descolocados hasta que lo explicó mejor, era el único óptico en una clínica oftalmológica dedicada en exclusiva a la cirugía refractiva.
Al final resultó que, al menos como optometrista, era un auténtico Lord Sith.

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