domingo, 3 de febrero de 2019

URGENCIAS





Y allí estaba, una tarde más, maldiciéndome a mi misma por no haber sido mejor estudiante durante mis años de Instituto. Si me hubiera tomado más en serio las notas, y menos la salidas con los amigos, hubiera podido estudiar medicina que era mi verdadera vocación. Que feliz sería sintiéndome útil de verdad, tomando rápidas decisiones y salvando vidas en Urgencias. Pero me tuve que conformar con estudiar Óptica que, claro, no es lo mismo. Lo más parecido a un subidón de adrenalina dentro de mi trabajo es cuando debo entregar una gafa montada a una hora concreta y a la biseladora, como buena máquina, le da por revelarse y no trabajar como debe.
Ahí estaba yo cuando una de nuestras clientas, embarazada de casi siete meses, entró por la puerta quejándose de no ver bien. Sin prestarla mucha atención, porque como ya he dicho estaba autocompadeciéndome por mis malas decisiones en el pasado, la hice pasar mecánicamente dentro del gabinete. Tras examinar el ojo derecho todo bien, todo igual, pero cuando me proponía a graduar monocularmente su ojo izquierdo me dijo que solo veía la mitad de las letras, solo era capaz de ver la mitad del campo visual. De pronto me fije detenidamente en ella, la conocía y no tenía buen aspecto, no el habitual en una embarazada. Entonces recordé algo estudiado años atrás. Colgué mi bata, agarré el bolso y las llaves del coche, y tras cerrar la óptica me llevé a la mujer lo más rápido que pude a Urgencias. El corazón me latía con tal fuerza mientras esperaba a los médicos que temí se me escapara por la garganta. Finalmente me confirmaron que habían tenido que practicar una cesárea de urgencia para salvar la vida tanto de la madre como del feto pero que todo había salido bien. La preclampsia le había disparado la tensión por las nubes y estuvo a punto de matar a ambos.
 De pronto me sentía bendecida por no haber sido una buena estudiante en el Instituto, que la nota no me hubiera dado para hacer medicina y no tener que vivir todos los días de mi vida enfrentándome a rápidas decisiones que implicaran la vida o la muerte de otras personas. Fui feliz porque descubrí que lo que realmente me gustaba era ser óptica-optometrista.

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